martes, 22 de abril de 2014

Nada es relevante: Márquez después de 'Gabo'

Opinión
Por Ricardo Pineda

La noticia se vuelve el revuelo y la desgarradura de vestimentas en redes, y no la nota en sí. Hay patrones mediáticos que se cumplen y enturbian la trascendencia de un autor en el mundo de las letras. Lo vimos venir: Gabriel García Márquez falleció, y detractores y aduladores atiborraron los medios, que ya “zopiloteaban” el suceso en pos de una marejada de clicks, likes y comentarios. Los textos más extensos lo recuerdan como un ineludible de la literatura latinoamericana, como el paladín del periodismo regional y como un personaje siempre controversial. Pero la verdad o la revelación real es intrascendente, casi inexistente y sí muy fuera de proporción.



Sin embargo, más allá de la pertinencia y sobrecobertura mediática que recibió la muerte del escritor colombiano, lo cierto es que no sorprende la respuesta, es desmedida porque hay verdades detrás del hecho, verdades que todo el mundo intenta justificar desde su gusto y pasión.

Decía cierto escritor mexicano considerado menor que “cuánta arrogancia albergaba el ego de un escritor para pensar que toda su obra debe ser digna de ser leída”. García Márquez fue un escritor prolífico pero no siempre diverso ni consistente, sus más de cuarenta obras suelen dar vueltas sobre sí mismas, llevando las limitantes de un estilo depurado a lugares poco propositivos. “Gabo”, como muchos de sus fans le llamaban, fue un escritor que parecía mantener el status quo de su ego en sus últimos textos y eso, a los fans pasionales y proyectivos les arde mucho en la boca del estómago.

A título personal, Cien Años de Soledad, la obra emblemática de Márquez es una obra sin parangón, cuestionable por efectista pero grandiosa en su confección narrativa. Cuando alguien triunfa de forma desmedida con un portento de novela como lo es Cien Años… las consecuencias atraen críticos acérrimos, enemigos y envidiosos al igual que lectores asiduos y groupies literarios. “Gabo” llevaba a cuestas las críticas por su cercanía con el gobierno mexicano, que contrastaba con la agudeza de su crítica social, que lo evidenciaban como un ser contradictorio, que se decía ser poco entusiasta de los eventos públicos y las comitivas suntuosas, pero que se le veía en revistas de sociales y se le conocía también por sus gustos sibaritas y pasión por el tenis, deporte considerado históricamente burgués.


Todo mundo se sube al tren de la acusación y la defensa: ¡maestro!, ¡genio! No se cansan de decirle los lectores que entraron al universo literario con El Coronel no tiene quien le escriba, El Amor en tiempos del cólera o Relato de un náufrago. En cambio, los detractores no lo bajan de moralista, sobrevalorado y en extremo repetitivo. Sin embargo, la trascendencia de un escritor no puede ser medida, y la verdad que pesa es que García Márquez es ante todo un autor obligado en la formación literaria de casi cualquier lector de habla hispana, más por imposición que por iniciativa propia, pero igual de interesante y accesible. Es fácil conectar con la obra del colombiano en la juventud literaria, sin embargo, esa verdad no es definitiva ni aplica en todos los lectores.

A nivel parangón, a Márquez se le odia y ama casi de la misma forma en que se ama y aborrece la obra del cineasta Arturo Rípstein, ya que refleja una parte golpeada y cruda de su entorno, sin embargo las lecturas que se hacen suelen dar en un discurso anquilosado y sumamente parcializado. Hay que ser justos al decir que la culpa no fue nunca de Gabriel por querer seguir encaramado en la creación pese a lo poco concisa de ésta, ya sea como escritor, periodista, guionista o mecenas, sino de un público apasionado y cegado por el universo latinoamericano, por no ver la grandeza y complejidad literaria en otros escritores, por tratar de medir la grandeza de un creador como se mide la eficacia de un equipo deportivo, como si las letras fueran un asunto más de premios y ventas editoriales, que de nuevos signos de interpretación y elementos discursivos. Cada quien ve lo que quiere ver en sus héroes de papel. Al parecer, todo es una impostura de parte de los medios y fans, misma que dejó crecer Márquez con sus muestras de agradecimiento pasivo y ostracismo. Parecen una impostura las aseveraciones de quienes desdeñan al autor de Memorias de mis putas tristes como un escritor menor, pero sucede lo mismo con quienes se aferran a la idea del colombiano como héroe literario definitivo del Siglo XX.

Todos quieren a “Gabo”, todos lo leímos y en algún punto lo soltamos para leer cosas más variadas y complejas, sin embargo seguirá siendo lectura obligada. Que la lean sin atender a esa obligación y se diserte sobre su aporte literario será tarea del lector maduro y comprometido, ya que en el mundo del arte y las ideas, las pasiones suelen entorpecer la evolución. En ocasiones, matar aquello que se ama suele ser el mejor homenaje y el mayor beneficio tanto para el creador como para su público.

Aquellas odas y parrafeadas en pos de un héroe inflado están de más, son la comidilla ineludible del día a día de quienes hablan desde sus escasos referentes culturales, o desde sus frustraciones literarias. Los homenajes son asunto que poco o nada tendrán que ver con el valor real del colombiano, al igual que el desborde de ventas en días venideros, o los datos curiosos sobre la vida y obra del autor de Crónica de una muerte anunciada. A su favor está la permanencia de los libros más granados, ausencia de comparación con Cortázar, Borges, Paz o cualquier otro escritor. Cuando la muerte de un escritor resuena tanto, es que agua lleva, y esa agua no es totalmente turbia ni prominentemente cristalina.




Que la obra de Gabriel García Márquez sea la que hable por el autor y no la pasión u odio desmedido sería el ideal de las cosas. Pero en este pequeño mundillo de diatribas y mafias letradas, el ideal no existe, hace tiempo quedó suprimido. El escritor de La hojarasca y La mala hora estará ahí, como una chocosa verdad que no requiere de alabanzas justicieras ni de acusaciones comparativas a nivel de tamaños de miembro. La muerte de García Márquez es más natural que triste, su obra no es más relevante ni mejor ahora que su autor ya no está. El éxito es irrelevante y la literatura es lo suficientemente rica, diversa y compleja como para saciar inteligencias, despertar nuevos horizontes y evidenciar que entre más lee y conoce uno, menos se sabe. 

domingo, 20 de abril de 2014

Cinco libros que hicieron famoso a García Márquez

Noticia


El escritor colombiano Gabriel García Márquez era un periodista común y corriente de 40 años cuando, en cuestión de semanas, se convirtió en una celebridad en el mundo de la literatura.

El éxito y la fama llegaron a Márquez cuando su tercera novela, que escribió en México, se publicó en 1967 bajo el sello de la casa editorial argentina Sudamericana. El primer tiraje de 8 mil ejemplares se agotó a un par de semanas que el libro fuera liberado para su venta y Gabriel García dejó de ser un escritor anónimo.


Aunque Cien años de soledad fue la cuña que impulsó al colombiano a la fama, otros cuatro libros – en diferentes momentos de la vida del escritor- consolidaron su posición en la esfera literaria como el creador del realismo mágico, un extraño género entre la ficción y el rigor de una estructura narrativa lineal.  

El coronel no tiene quien le escriba (1961)

Aún como corresponsal del periódico colombiano El Espectador, Márquez se traslado a París hasta que el diario cerró y pudo terminar de escribir una novela corta que llevaba trabajando algunos meses.

La tituló El coronel no tiene quien le escriba, novela que relata la historia de un veterano que todos los días visita el puerto en espera de que llegue la carta que finalmente responderá a sus exigencias de justicia y le concederá una pensión por los años trabajados.

Aunque la segunda novela de Márquez encontró muchas piedras en el camino hacia la publicación, años después fue considerada una de las grandes obras del escritor por la pulcritud de su narrativa y el trazo de los valores férreos de un hombre decaído por el paso del tiempo.  


Cien años de soledad (1967)

El éxito en ventas de esta novela consagró a Márquez como uno de los miembros del Boom latinoamericano, junto con Vargas Llosa y Carlos Fuentes. El libro, que se ha traducido en 39 idiomas y ha vendido 40 millones de ejemplares, fue editado por el argentino Francisco Porrúa.

El argentino comentó en entrevista con la BBC que cuando los originales de Cien años de soledad llegaron a sus manos sintió “que ese libro tal como estaba escrito era la obra literaria que mucha gente estimaría durante muchos años”.

La novela relata la historia de la familia Buendía, Aureliano y su esposa Úrsula, quienes habitaban en el poblado de Macondo aislados de otras civilizaciones. Una serie de circunstancias fantásticas acompañan el desarrollo de la estirpe de esta familia, una alegoría de los valores y temores humanos.


Relato de un náufrago (1970)

Cuando Márquez aún era esclavo de las redacciones, el editor de El Espectador, José Salgar, le pidió que cubriera la llegada de Luis Alejandro Velasco, quien había sobrevivido diez días en altamar, a Colombia.

De la serie de reportajes que Márquez escribió para el periódico del sobreviviente Velasco surgió, muchos años adelante, Relato de un náufrago, que aunque retoma fielmente los reportajes publicados también posee un sentido literario y una narrativa apegada a la crónica.

El libro relata la historia de un náufrago que sobrevivió diez días en altamar, sin comer o beber, y regresó a la civilización como un rockstar de la vida pública hasta que el furor de su hallazgo lo segregan al ineludible rumbo del olvido. 


La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972)

Esta compilación de siete cuentos de García Márquez, titulado como uno de los relatos publicados ahí, reveló una faceta más literaria del escritor, ya que en cada historia se pueden encontrar los diversos estilos narrativos del autor.

El libro, que se hizo famoso porque revela el manejo literario, pero intenso, de Márquez en un género corto, contiene historias que giran en torno al amor, la muerte y por supuesto la fantasía. 




Noticia de un secuestro (1996)

Si algo no podía ocultar Gabriel García Márquez era su pasión por el periodismo. Este libro, estructurado en forma de una larga crónica, relata los secuestros de varios personajes públicos en la vida política de Colombia.


Este libro regresó al escrito al mundo de la literatura con una faceta más periodística y política, pues al final se convirtió en estandarte de movimientos sociales en su lucha por denunciar la depreciación de la vida humana en la época del narcoterrorismo colombiano.   



sábado, 19 de abril de 2014

'Consumed': primera novela de Cronenberg se publicará en septiembre

Noticia

El libro Consumed, primera novela del cineasta canadiense David Cronenberg, será publicada bajo la edición de Scribners  en septiembre de este año.

Cronenberg se inserta en la literatura con lo que parece ser una novela negra que, por supuesto, gira en torno a historias entrelazadas. Consumed podría ser el regreso temático del director a sus earlie’s del cine, pues los experimentos, el canibalismo y los medios de comunicación sostienen esta historia.   

Naomi y Nathan son amantes y rivales. Su profesión de periodistas y el interés por perseguir las historias más sensacionalistas reducen sus encuentros a las horas de espera entre uno y otro vuelo en los aeropuertos,  las visitas en los cuartos de hotel y las pantallas de computadoras.

Como reportera, Naomi persigue la historia detrás del caso de los esposos marxistas Arosteguy. Célestine fue encontrada muerta y mutilada en el apartamento en el que vivía con su esposo Aristide, quien desapareció tras el asesinato. La policía sospecha que fue él quien mató a su esposa y después se comió partes de su cuerpo.

Decidida a encontrar a Aristide Arosteguy, Naomi recurrirá a un estudiante excéntrico llamado Hervé Blomqvist. En la medida en que se involucra en la vida de los esposos marxistas, la reportera irá encontrando detalles inquietantes sobre una vida de libertinaje sexual.

Mientras tanto Nathan se encuentra en Budapest para fotografiar la polémica obra de un cirujano sin licencia llamado Zoltán Molnár, quien en el pasado fue perseguido por la Interpol por tráfico de órganos.

Después de acostarse con una de las pacientes de Molnár, Nathan contrae una enfermedad venérea rara llamada ‘Roiphe’, por lo que viajará a Toronto decidido a conocer al hombre que descubrió el síndrome, el doctor Barry Roiphe.